Ahora y Siempre

Cuando te digo “Mi amor” Eres eso para mí, mi batalla más hermosa La que me llena de valor y de pasión La que me hace luchar por nuestro amor Cuando te digo “Mi amor” Eres eso para mí, mi guerrera más preciosa La que me defiende con su fuerza y su ternura La que me conquista con su encanto y su dulzura Cuando te digo “Mi amor” Eres eso para mí, mi victoria más gloriosa La que me premia con su risa y su mirada La que me abraza con su alma enamorada Cuando te digo “Mi amor” Eres eso para mí, mi vida más dichosa La que me acompaña en cada sueño y cada día La que me regala su alegría y su magia

Hoy la volví a ver, y fue un despertar, mis ojos se llenaron de luz, al contemplarla no pude reprimir mi corazón, me acerqué a donde estaba ella, sus ojos eran como siempre dos luceros, su cabello era una cascada, y sus manos unas perlas, finas y delicadas, la escuché, una y otra vez, en mi interior había una llama que ardía, que me consumía por ella, mi vida, mi alma no había un fin.

Juegos mentales en mi mente, me hacen recordar los momentos, que vivimos cuando nos íbamos juntos, a explorar y a guardar un secreto. Extraño los viajes contigo, y las aventuras que llenaban nuestros días de color y sentimiento. Cuando tomé tu mano tan pequeña y desprotegida, que la envolví con mis manos y pasé a besar, sentí que eras mía y yo tuyo, no había nadas más en aquel momento, que nosotros compartiendo el tiempo.

Cuando sientas que el mundo te pesa sobre los hombros, y no encuentres la salida al laberinto que has tejido, no te rindas ni te angusties, tómate un tiempo para ti. Respira profundo y lento, siente el aire en tus pulmones, deja que fluya la vida por cada parte de tu ser. Busca el amor y acepta las emociones, no dejes que el miedo te impida ser feliz, cuida tu cuerpo con armonía, y alimenta tu alma con poesía. Cuando veas que el sol se asoma por el horizonte, y que la noche se desvanece con su manto de estrellas, recuerda que comienza un nuevo día para ti.

Luces, sombrillas y brindis de amor, vamos a bailar, en aquel rincón, donde solo tú y yo, nos dimos el primer beso con pasión, donde yo te admiré, esos ojos tan hermosos como el sol, palabras al oído, te diré un secreto solo para ti, te besé, lo recuerdo bien, bajaste la mirada y sonreíste bella, solo me preguntaste: ¿qué somos? y yo te abracé, fue en aquel río, junto al viejo puente, bajo el atardecer, el tiempo no se detuvo, pero el momento fue eterno, en nuestros corazones quedó grabado.

He soñado contigo, ven y abrázame, cierra la puerta, déjate llevar, cierra los ojos y siente, eres todo lo que quiero, eres todo lo que soy, mientras gotas de lluvia besan el cristal, y el trueno canta en el silencio, mi corazón late, late, late y sé que lo puedes sentir. He soñado todo de ti, y no puedo parar de hacerlo, dibujo tu sonrisa en todo lo que veo, eres el sueño que me hace feliz.

Había una vez una niña que tenía un don muy especial: de noche, su cuerpo se iluminaba como una estrella, era la alegría de sus padres, que la querían mucho. La niña vivía en un pueblo pequeño, rodeado de montañas y bosques. A ella le gustaba salir a jugar con sus amigos, pero siempre tenía que volver a casa antes de que anocheciera. Sus padres temían que alguien descubriera su secreto y quisiera hacerle daño o llevársela lejos. La pequeña no entendía por qué tenía que esconderse. Ella se sentía orgullosa de su don y quería compartirlo con los demás. A veces, cuando sus padres dormían, se escapaba de su habitación y subía al tejado de su casa. Allí, se tumbaba a mirar las estrellas y se imaginaba que era una de ellas. Una noche, mientras la niña estaba en el tejado, vio una luz muy brillante en el cielo. Era una estrella fugaz, que dejaba un rastro de polvo dorado a su paso. Ella se emocionó y pidió un deseo: poder mostrar su luz al mundo sin tener miedo. Al instante, sintió una corrie...

La serenidad es el regalo que te ofrezco con mi amor, es el silencio de la noche y el canto de un ruiseñor. La serenidad es el abrazo que te envuelvo con mi calor, es el suspiro de mi alma y el latido de mi corazón. La serenidad es la mirada que te dedico con mi pasión, es el brillo de las estrellas y el reflejo de tu ilusión. La serenidad es la palabra que te murmullo con mi voz, es el verso de mi poesía y el nombre de mi flor.

El universo es vasto e infinito, pero solo hay un lugar donde existe el amor: aquí, en este planeta, en este momento, contigo.

Un río de agua clara que separa dos orillas donde florecen las rosas y cantan las golondrinas, Del otro lado te veo con tu sonrisa encendida pero no puedo cruzar el puente está en ruinas, Solo me queda el silencio que envuelve mi alma herida y el recuerdo de tu voz que me dice: te quiero, vida.

Sollozos, lágrimas, ternura y amor son las cuatro estaciones de mi corazón que vive en un eterno invierno de dolor por no tener tu abrazo y tu calor.

Para pedirle matrimonio a tu novia, necesitas un disfraz de extraterrestre y una nave espacial falsa. Puedes conseguirlos en una tienda de disfraces y en un taller de mecánica, respectivamente. Luego, esperas a que tu novia salga de su casa y la sorprendes con tu aspecto alienígena. Le dices que vienes en son de paz y que quieres mostrarle el universo. Ella, intrigada y asustada, acepta subir a tu nave. Una vez dentro, le revelas tu verdadera identidad y le explicas que todo es una broma para llevarla a una aventura cósmica. Ella se ríe y te besa, aliviada y emocionada. Entonces, pones rumbo a Júpiter, el planeta más grande del sistema solar. Te aprovechas de la gravedad cero para hacer piruetas y juegos con tu novia en el interior de la nave. Al llegar a Júpiter, te acercas lo suficiente para admirar sus nubes de colores y sus tormentas gigantescas. Le cuentas a tu novia que Júpiter tiene más de 70 lunas, algunas con volcanes, océanos o anillos. Le preguntas cuál le gustaría visitar y...

La luna brilla en la noche y alumbra con su luz blanca una pluma que se desliza por el aire sin prisa. La pluma cae en una cuna donde duerme una niña que sueña con la luna y con volar como una paloma. En una noche iluminada con luz plateada y suave hay una cuna donde duerme una niña con una sonrisa. Su madre la mira con ternura y le canta una canción de cuna que le habla de la luna y de cómo la quiere y la cuida.

No te sientas sola en la oscuridad, hay una luz que te ilumina desde lejos, alguien que te quiere y te espera, que te guarda en su corazón y en su recuerdo.

Sus labios tenían ese sabor a café por las mañanas, La besé de una forma única y celestial, Sus labios eran suaves y rojos como manzanas, La besé y sentí un amor inmortal. Su cuerpo era una obra de arte que despertaba mi deseo, La abracé con una ternura infinita y delicada, Su cuerpo era el templo de su espíritu y su anhelo, La abracé y pude sentir una armonía apasionada.

¿Y dónde estás, dónde estarás, a dónde irás? ¿Te busco en el cielo, en la tierra o en el mar? ¿Te encuentro en el pasado, en el presente o en el futuro? ¿Te sigo en el sueño, en la realidad o en el delirio? ¿Y dónde estás, dónde estarás, a dónde irás? ¿Me esperas en la luz, en la sombra o en la oscuridad? ¿Me hablas en el silencio, en el ruido o en la música? ¿Me miras en los ojos, en el alma o en la distancia? ¿Y dónde estás, dónde estarás, a dónde irás? ¿Te quedas en el recuerdo, en el olvido o en la esperanza? ¿Te llevas mi alegría, mi tristeza o mi calma? ¿Me dejas tu cariño, tu indiferencia o tu nostalgia?

Érase una vez un joven que estaba enamorado de una bella princesa. Él la admiraba desde lejos, pero nunca se atrevía a hablarle. Un día, se enteró de que la princesa cumplía años, y decidió hacerle un regalo muy especial. Con mucho esfuerzo y ahorro, compró un collar de perlas que brillaba como la luna. Lo envolvió en un papel de seda y lo llevó al palacio. Cuando llegó, se encontró con que había una gran fiesta en honor a la princesa. Había música, baile, comida y bebida. El joven se abrió paso entre la multitud hasta llegar al trono donde estaba la princesa. Ella lucía un vestido azul y una tiara de diamantes. El joven se arrodilló ante ella y le ofreció el regalo con timidez. Feliz cumpleaños, princesa. Este es un humilde obsequio de mi parte. Espero que le guste - dijo el joven. La princesa tomó el paquete y lo abrió con curiosidad. Al ver el collar, se quedó sin palabras. Era el regalo más hermoso que había recibido en su vida. Lo tomó entre sus manos y lo acercó a su cuello. Es p...

En la huerta de su casa la niña siembra y cosecha zanahoria, tomates, lechugas y berenjenas. Le gusta ver cómo crecen las plantas con su cuidado y compartir sus frutos con su familia y sus amigos. También cuida de los gatos que rondan por el jardín les da leche y les hace caricias sin fin. Y en el tejado de su casa anidan las golondrinas que le cantan por las tardes cuando vuelve del colegio. La niña les lanza semillas y les habla con dulzura les dice que son sus amigas y que las quiere con locura. La niña de la huerta es feliz y agradecida por tener tanta belleza en su vida.

Cada día, escribo con el cariño de quien sabe que sus palabras son semillas de esperanza, de alegría y de amor.

Las noches sin ti son especiales, porque me hacen soñar con el reencuentro que nos espera.

Cuando te veo cansada te abrazo, y siento que tu cuerpo se relaja en mis brazos, conozco las razones de tu llanto, te ofrezco mi pecho como paño, apriétame con fuerza, no te suelto, deja que te consuele con mis labios, déjate dominar por el silencio y duerme, escuchando suavemente los suspiros.

El laberinto es un desafío, una prueba de mi voluntad y mi ingenio. No me rindo ante sus paredes, sus trampas, sus callejones sin salida. Busco la salida con determinación y esperanza, sabiendo que cada paso me acerca más a mi meta. No me asusta su complejidad, su misterio, su incertidumbre. Disfruto de sus sorpresas, sus retos, sus descubrimientos. Encuentro belleza en sus formas, en sus colores, en sus sonidos. El cansancio, el agotamiento, la tristeza son mis compañeros de viaje, pero no mis enemigos. Son señales de que estoy vivo. Los acepto con gratitud, pero no los dejo dominar mi ánimo. No me detengo ante nada. Avanzo con confianza y coraje, con ilusión y pasión, con fe y amor. El laberinto es mi vida, y yo soy el laberinto.

Había una vez un colibrí muy especial que le encantaba volar de una manera diferente a los demás. En vez de ir de flor en flor buscando néctar, él prefería dibujar en el aire con sus alas. Cada vez que salía de su nido, se ponía a hacer figuras geométricas con su vuelo: círculos, triángulos, cuadrados, rombos, estrellas... Los otros colibríes no entendían por qué hacía eso. Le decían que era una pérdida de tiempo, que así no iba a encontrar comida ni pareja, que era mejor que se comportara como los demás. Pero el colibrí no les hacía caso. Él se sentía feliz haciendo sus figuras, y además pensaba que así podía expresar su creatividad y su personalidad. Un día, mientras hacía un hexágono perfecto, vio a lo lejos una colibrí muy bonita que le llamó la atención. Era de color verde esmeralda con destellos rojos y azules. El colibrí se enamoró al instante y quiso acercarse a ella. Pero cuando lo hizo, se dio cuenta de que ella también estaba haciendo figuras geométricas con su vuelo. Estaba...

Érase una vez una princesa que solo decía números. Nadie sabía por qué, pero desde que nació, solo podía comunicarse con cifras y signos matemáticos. Su padre, el rey, estaba muy preocupado por su futuro, pues ningún príncipe quería casarse con ella. La princesa se sentía sola y triste, y pasaba sus días contando las estrellas y las flores. Un día, llegó al reino un caballero matemático, que venía de lejos a resolver un problema muy difícil. El rey le ofreció una gran recompensa si lo lograba, y el caballero aceptó el reto. Mientras trabajaba en su solución, el caballero conoció a la princesa y se quedó fascinado por su forma de hablar. Él podía entenderla perfectamente, pues también amaba los números y las fórmulas. La princesa también se sintió atraída por el caballero, pues era la primera vez que alguien la escuchaba con interés y admiración. Así comenzó una bonita amistad entre ellos, que pronto se convirtió en amor. El caballero le enseñó a la princesa muchas cosas sobre las matem...

Te quiero sin saber cómo, ni cuándo, ni dónde. Te quiero sin razón, sin medida, sin límite. Te quiero con el alma, con el cuerpo, con todo. Te quiero como nadie, como nunca, como siempre.

El amor no necesita legitimidad, solo necesita silencio. El silencio de los que lo juzgan, el silencio de los que lo envidian, el silencio de los que lo temen.

Hubo una vez que me perdí en una isla desierta, de esas que solo existen en el cielo y de las que no se puede salir hasta encontrar una piedra brillante y ponerla como estrella en el firmamento. Así que mientras estuve atrapado, te escribí una carta. Te escribo esta carta para decirte lo que siento por ti, aunque sé que no es fácil expresarlo con palabras. Desde que te conocí, mi vida cambió por completo. Me hiciste ver el mundo con otros ojos, me enseñaste a valorar las cosas simples y a disfrutar de cada momento. Me hiciste reír, me hiciste llorar, me hiciste sentir vivo. No sé cómo lo haces, pero eres la persona con la que quiero compartir todo. No te imaginas lo mucho que significas para mí, lo mucho que te extraño cuando no estás conmigo. No hay un día en el que no piense en ti, en tu sonrisa, en tu voz, en tu mirada. No hay un lugar en el que no quiera estar contigo, no hay una aventura que no quiera vivir contigo, no hay un sueño que no quiera cumplir contigo. No hay nadie más e...

Ella es y su nombre es, tan bella como puede ser, un pedacito de cielo en la tierra, ella solo sabe quién es, un ángel, una estrella, o quizás un tierno beso que me inspira a soñar despierto.

Como quiero abrazarte en medio del campo, tan verde y tan bello donde solo se escucha el canto de los pájaros y el juego de los ratoncitos tan traviesos. Como quiero besarte bajo el cielo del atardecer, tan claro y donde apenas solo se miran algunas estrellas y el sueño de los amantes son eternos.

Cuando te vi por primera vez, sentí que eras mi farolito en medio de la multitud. Tu sonrisa era como un rayo de luz que rompía el silencio. Desde entonces, solo pienso en ti y en tu amor.

Carrosas de ensueño que nos llevan por caminos de piedras y de luz bajo un cielo despejado y sereno donde el sol nos regala su virtud. Besos a sabor vino tinto que nos embriagan con su dulzura y su pasión ardiente que nos hacen olvidar las penas y las lágrimas y nos llenan de alegría y de ilusión ferviente. Así es el amor que nos une y nos sostiene que nos da fuerza para seguir adelante que nos hace ver la vida de otro color y nos convierte en los amantes más felices del mundo.

Sinopsis de una película ficticia: El secreto de la perla negra Mairym es una exitosa diseñadora de joyas que recibe un encargo especial, crear una pieza única con una perla negra de gran valor. Para ello, viaja a España, donde conoce a Herarld, un apuesto y misterioso anticuario que le ofrece su ayuda. Mairym se siente atraída por Herarld, pero pronto se da cuenta de que él oculta algo, está relacionado con una antigua leyenda sobre la perla negra, que supuestamente otorga poder y fortuna a quien la posea, pero también trae desgracia y muerte a quien la robe. Mairym tendrá que averiguar el secreto de la perla negra y el pasado de Herarld, antes de que sea demasiado tarde.

Ella era una bruja, él era un mago. Se conocieron en una escuela de magia, donde ella estudiaba pociones y él encantamientos. Se odiaron desde el primer día, porque eran rivales en todo. Se burlaban, se molestaban y se hacían trampas. Pero un día, todo cambió. Tenían que hacer un trabajo en equipo, que consistía en crear un hechizo de amor. Se reunieron en el laboratorio y empezaron a preparar el hechizo. Mezclaron ingredientes, recitaron palabras y dibujaron símbolos. Pero algo salió mal. El hechizo se les escapó de las manos y los alcanzó a ellos. Se miraron y sintieron una chispa. Se acercaron y se abrazaron. Se besaron y se dijeron te quiero. Habían caído bajo el hechizo del amor. Pero no era un amor verdadero, sino un amor artificial. Un amor creado por la magia, no por el corazón. Un amor que podía desaparecer en cualquier momento, si alguien rompía el hechizo. Y eso fue lo que pasó. Su profesora de magia los descubrió y los separó. Les explicó lo que había ocurrido y les dijo qu...

No encuentro la luz en esta oscuridad que me envuelve y me ahoga sin piedad. Solo veo tu rostro en cada sueño y tu voz en cada eco de mi mente. Quisiera despertar de esta pesadilla que me consume y me aleja de la vida. Pero no tengo fuerzas para luchar ni esperanza para seguir adelante. Solo me queda el recuerdo de tu amor que fue mi alegría y mi razón de ser. Pero ahora es mi tormento y mi condena que me impide olvidarte y ser feliz.

No te había dicho, pero tu cintura me provoca una locura, que me hace perder la cordura, y me llena de ternura. Te abrazo con el pretexto de sentir tu figura, esa cintura tan femenina y sensual, que me invita a soñar y a besar. Miro discretamente tu cintura, que hay en ti, como un tesoro escondido, que solo yo puedo descubrir. Tu cintura es una curva perfecta, que me seduce y me atrae, que me hace sentir poeta, y que nunca me cansaré de alabar.

Tus besos son sabores a fruta fresca y miel, Cuando toco tus labios sé muy bien que estoy en el cielo. Cuando toco tus labios siento que vuelo alto, Tus besos son sabores a libertad y encanto. Tus besos son sabores a pasión y ternura, Cuando toco tus labios sé muy bien que eres mi locura. Cuando toco tus labios siento que soy un artista, Tus besos son sabores a inspiración y belleza.

Cuando la noche cae y las estrellas brillan, Yo solo pienso en ti y en tu belleza sin fin, Quisiera estar contigo y abrazarte con pasión, Y susurrarte al oído palabras de amor. Pero sé que estás lejos y que no puedo verte, Así que solo te escribo para hacerte saber, Que eres lo más importante que hay en mi corazón, Y que te extraño mucho cuando no estás a mi lado. Y le digo dulces sueños a la chica que quiero, Para cuando ella sueñe, Sueñe con las palabras más tiernas que le digo, Ella me mira y no puedo dejar de sentir algo especial por ella.

Le di mi abrigo, hacia frío sin dudar, Se remangó las mangas del saco, modelaba al caminar. Giró de sorpresa, y me regaló una mirada, Y sentí que en ese instante, una llamada. La tomé de la mano, y la invité a bailar, Su perfume me embriagaba, su cabello me rozaba. Y sus labios me tentaban, a darle un beso más.

Era una noche clara y fría, y la luna llena iluminaba el cielo con su luz plateada. El y ella, caminaban de la mano por el parque, disfrutando del silencio y la tranquilidad. Se detuvieron junto a un estanque, donde se reflejaba la luna como un espejo. Ella se acercó a él y le susurró al oído: ¿Sabes que te quiero mucho? Yo también te quiero -respondió él, abrazándola. Se miraron a los ojos, y se dieron un beso suave y dulce, que duró una eternidad.

Tus lunares, tesoros en tu piel a cuales beso, con amor y con anhelo me guían, me motivan, me enamoran cada vez que hay un momento de silencio. Tus lunares, perlas en tu cuerpo a cuales beso, con pasión y con respeto me inspiran, me elevan, me fascinan cada vez que hay un instante de misterio. Tus lunares, estrellas en tu ser a cuales beso, con ternura y con deseo me iluminan, me llenan, me alegran cada vez que hay un espacio de encuentro.

Había una vez una niña que le gustaba mucho comer zanahorias. Le gustaban tanto que las comía todos los días, en el desayuno, en el almuerzo y en la cena. Su madre le decía que comiera otras cosas, pero ella solo quería zanahorias. Un día, mientras comía una zanahoria, se dio cuenta de que le habían salido unas orejas largas y peludas en la cabeza. Se asustó mucho y corrió a mirarse al espejo. Allí vio que también tenía unos bigotes blancos y unos dientes grandes y afilados. ¡Ay, mamá! ¡Me he convertido en un conejo! - gritó la niña. Su madre acudió a ver qué pasaba y se quedó boquiabierta al ver a su hija transformada. ¿Qué te ha ocurrido, hija mía? - preguntó su madre. No lo sé, mamá. Solo he comido zanahorias - respondió la niña. Pues eso es lo que pasa por comer solo zanahorias. Te has vuelto como un conejo - dijo su madre. ¿Y ahora qué hago, mamá? ¿Cómo vuelvo a ser una niña? - preguntó la pequeña. Pues tendrás que comer otras cosas, hija. Come frutas, verduras, cereales, carne, p...

Me gustas cuando tapas tu rostro con tus manos, Y de sorpresa me pides un beso en tus labios. Me gustas cuando me miras con tus ojos de cielo, Y de repente me abrazas con tu cuerpo de fuego.

No veo claro en mi mente, Ni hay lógica ni es coherente, En mis labios solo hay balbuceos, En mi pecho solo hay deseos. Estás tú por todos lados, En mis sueños y en mis pensamientos, Me has enamorado y totalmente atrapado, Con tus besos y tus sentimientos. Dame una solución o una cura a mi locura, O déjame vivir en esta dulce tortura, De quererte sin medida y sin cordura, De amarte con el alma y con ternura.

Las gotas golpean la ventana con una insistencia que parece personal, como si cada una llevara un mensaje cifrado solo para ti. Será un mes de tormentas constantes, así que ve preparando tu paraguas y tu impermeable. Pero no cualquier paraguas, sino aquel negro, con mango de madera, que encontraste en el desván, el que parece tener vida propia y te cuenta historias de otros tiempos cuando lo abres. Me encantaría ir a buscarte y acompañarte en tu regreso a casa, sería un placer. Imagino el trayecto bajo la lluvia, nuestras risas mezclándose con el ritmo de los charcos que salpican a cada paso, las historias que podríamos contarnos para olvidar el frío. Si de repente te encuentras con la tarde libre y el cielo despejado, recuerda que la ciudad tiene rincones que solo se revelan a quienes se atreven a explorarla sin rumbo, a quienes, como tú, llevan un paraguas lleno de historias y un corazón dispuesto a escucharlas.

Samanta era una niña muy especial. Tenía unos ojos brillantes que reflejaban las estrellas del cielo. Le encantaba mirar la luna por la noche. Un día, cuando estaba acostada en su cama, oyó una voz suave y dulce que le hablaba desde la ventana. Hola, Samanta. Soy la luna. ¿Quieres ser mi amiga? Samanta se sorprendió y se levantó de un salto. Se asomó a la ventana y vio a la luna con una luz cálida. ¿Eres tú la que me habla? -preguntó Samanta. Sí, soy yo. Te he estado observando desde hace tiempo. Eres una niña muy curiosa, tienes un brillo en los ojos y en el corazón. ¿Cómo sabes mi nombre? -quiso saber Samanta. Lo sé todo sobre ti. Sé que te gusta leer, dibujar, cantar, ayudar a los demás, que te gusta aprender cosas nuevas… Wow, eres increíble. ¿Y tú cómo eres? ¿Qué haces? Ilumino la noche, viajo por el espacio y veo muchos planetas y estrellas. A veces me siento sola y aburrida. Por eso quiero ser tu amiga. ¿Te gustaría hablar conmigo? Sí, me encantaría. Eres muy interesante y bonit...

Soy la unión de dos bocas, que se dicen sin hablar, todo lo que se quieren y se desean. Soy dulce, suave, tierno o apasionado, y puedo hacer vibrar todo el cuerpo. ¿Qué soy?

Bajo el árbol, tus labios se encuentran con los míos, y el mundo se detiene por un instante. Solo escucho la música romántica que suena de fondo, y que acompaña el latido de nuestros corazones. No hay nada más que tú y yo, en este momento mágico, donde nos entregamos al amor, sin miedo ni duda.

Las golondrinas vuelan bajo el cielo gris, buscando un refugio de la lluvia que cae. Yo te miro desde la ventana, con una sonrisa, y siento el aroma de la tierra húmeda. Es el perfume del amor, que nos envuelve, y nos hace sentir vivos y felices. Las golondrinas son testigos de nuestro cariño, que no se apaga ni con el frío ni con el viento.

Soñemos juntos una fuga a la luna, donde las estrellas nos envidien al vernos, o quizás un refugio en nidos de golondrinas, observando la lluvia danzar entre las hojas. Te ofrezco mi abrigo en la tempestad, o un sendero secreto hacia la montaña, donde perdernos sería encontrarnos, y cada opción, un camino a tu lado. Decide tú, amor, el rumbo de nuestro viaje, en cada aventura, mi corazón es tu aliado, feliz seré con solo tenerte cerca, en la tierra, el cielo o el mar, contigo, enamorado.