Las puertas de febrero

¿Hasta cuándo comprenderás que no deseo flores, ni vino, ni las compras mundanas? No anhelo esas trivialidades; me basta con la certeza de tu amor. Pero si insistes en impresionarme, ofréceme un abrazo, no uno efímero, sino uno que exija mi exigencia: cálido, fuerte y perdurable.

No me mires con esa tristeza en tus ojos; me despojas del deseo de besarte con ardor. En su lugar, deposito un beso en tu frente, impregnado de ternura y una sombra de dolor, anhelando que entiendas que tu amor es mi único requerimiento.

Tu llamada matutina indagaba sobre mis sueños contigo. He aquí la verdad: no te soñé anoche. Pero si me preguntas ahora, ¿sueño contigo? Sí, en este instante, y tú estás aquí, conmigo. Quiero que sepas que te amo.

Estamos a las puertas de febrero, y no deseo que nos agobie la presión de lo que ese mes representa para nosotros. Te lo digo ahora: nos basta con saber que nos amamos. El resto seguirá su curso; no dejamos nada al azar, ni debemos pensar así. Pero ten presente, lo bueno siempre atrae a lo bueno, y aunque a veces lleguen los malos momentos, también se irán.

Me despido, pero antes, una distracción: la distancia entre la Tierra y la Luna hoy es de 395,306 km, con una visibilidad del 93% luminosa. Te lo menciono solo para robarte un instante y, con suerte, un beso furtivo.

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