Detrás de ella, el universo se despliega, delante, una sonrisa que la vida entrega. Sus ojos, en estrellas se pierden y navegan, con flores adornando su ser, así se integra. Su cabello, destello de orgullo y de luz, al murmullo del mundo responde en su trasluz. Un cosmos en mi bolsillo, en su esplendor recluso, ella, la belleza pura, sin ningún subterfugio. Y si confesara, que no temo al final ni a la noche fría, dichoso el viento que su forma acaricia, dejando a un lado el pensar, solo por hoy, por la alegría.