El sultán
Desde la estancia principal, un sultán de corazón noble y mirada humilde se desplazaba hacia el patio, su ritual diario, para deleitarse con el canto de su preciado canario. La música que el ave tejía era su más hermoso tesoro, y su corazón vibraba al compás de aquellas melodías encantadoras. Pero aquel día, el sultán notó el deterioro de la jaula que albergaba a su canario, una estructura dividida en cuartetos simétricos, donde la seguridad de su compartimento dejaba mucho que desear. Con sumo cuidado, tomó al canario entre sus manos y lo trasladó a un rincón más seguro de la jaula, aunque observó con inquietud los orificios que salpicaban el lugar, portales a la libertad que el canario podría anhelar. Al abrir la puerta y situar al canario en su nuevo aposento, el sultán sintió una efímera felicidad. No pasó mucho tiempo antes de que el canario encontrara un resquicio por el cual escapar y volar lejos, dejando al sultán impotente y sumido en lágrimas. Sin embargo, la sorpresa inundó ...