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Mostrando las entradas de diciembre, 2008

El llanto de la niña

En un tiempo que se desdibuja en la memoria, donde los océanos no eran más que un murmullo futuro y la sed del hombre era tan palpable como su propia piel, vivía una pareja en los confines de lo habitado. Esperaban, con esa mezcla de temor y deseo que preceda a lo desconocido, la llegada de su primer hijo. El cielo, en su inescrutable designio, les concedió su anhelo, pero el regalo venía con un precio oculto en las pequeñas letras del destino. La niña nació bajo un sol que no sabía de océanos, y sus padres se inundaron de alegría al escuchar su llanto; un llanto que, con el tiempo, se revelaría como un eco de algo más profundo y perturbador. La madre, con esa intuición que parece brotar de las raíces mismas de la tierra, siempre supo que había algo más en las lágrimas de su hija, algo que el padre, con su lógica de superficies, tardaría en aceptar. El llanto de la niña no conocía de pausas ni de olvidos; era un río constante que fluía día y noche, y que pronto se convirtió en una fuen...

En el puente de las ilusiones

Era una tarde que prometía ser inolvidable. El puente, testigo de tantos encuentros y despedidas, se preparaba para ser el escenario de una historia de amor. Él estaba allí, con un ramo de flores tembloroso entre sus manos, esperando a la mujer que, según las estrellas, sería su destino. Los minutos pasaban con la lentitud de las hojas cayendo en otoño, y cada segundo era un pétalo más que se desprendía de su corazón expectante. A lo lejos, una figura comenzó a tomar forma entre la bruma de la ciudad; era ella, acercándose con la timidez de quien también siente que el universo conspira a su favor. El encuentro fue un abrazo que intentó detener el tiempo, un abrazo en el que se fundieron promesas y sueños. Pero el destino, caprichoso y burlón, decidió que su amor sería tan efímero como intenso. Media hora después, el adiós llegó, dejando un vacío que solo el verdadero amor podría llenar. Con el corazón aun latiendo al ritmo de lo que pudo ser, él vio cómo su vida se convertía en un carr...